Ya sólo eso nos faltaba: que nos vieran como apestados. Desde hace un par de días México brilla en el panorama mundial no por la guerra contra el narco, no por el muro fronterizo, no por una decepción más del Seleccionado Nacional, no por un plantón del Peje en Reforma. Los focos del orbe están sobre nosotros gracias al brote de influenza porcina que ya lleva varias decenas de muertos y muchos infectados.
Hasta la mandamás de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan, dijo que «la situación en México es grave y debe ser vigilada de cerca». Y todo el mundo está alerta para ver qué más pasa. Mientras, en la Ciudad de México y en todo el Estado de México la vida se ha paralizado: no hay clases, no hay conciertos, no hay actos masivos, no hay nada que reúna a más de cinco personas. Es más, hasta el partido Pumas-Chivas, que iba a registrar una de las mayores entradas (de gente y de dinero) tendrá que jugarse a puerta cerrada, es decir, sin gente en la tribuna.
La cosa está evolucionando a la histeria. Ya no se pude estornudar o toser: uno teme que en cualquier momento le caigan encima los servicios de salud, tal y como ocurría en la película de Monsters Inc. El caso nos recuerda al brote de gripe aviar que enloqueció al mundo, y en particular a Asia, hace no mucho tiempo. ¿La diferencia? Que a nosotros nos tocó la gripa de los puercos. Y que ahora tenemos la bronca muy cerquita.
En medio de toda la confusión, ya hay quien habla de que se trata de una maniobra distractora del Gobierno Federal, para que la gente deje de pensar en lo que esté pensando. Pueden leer algunos comentarios en Sacatrapos, donde también hay algunas fotos bastante divertidas. Y mientras, por si las dudas, cárguense su tapabocas. Y no, no estornuden.
Turco Viejo 