Qué desmadre, don Juan

Y le gusta ser así
y así quiere verte a ti,
A gatas, otra vez.
Tú sabes bien quién es.

Cuca

Cartón de Falcón publicado el martes 5 de mayo en el diario Público de Guadalajara

Y ahora resulta que siempre sí. Que, efectivamente, el otrora reverenciado Marcial Maciel era un mal hombre. “Un esquizofrénico de una doble personalidad muy bien definida”, dijo el martes Juan Sandoval Íñiguez, cabeza de la Arquidiócesis de Guadalajara y, se rumora, el candidato con más ventaja para fungir como comisario de los Legionarios de Cristo, esa orden religiosa fundada por Maciel y que ahora, luego del duro dictamen emanado del Vaticano, anda huérfana y necesitada de una imagen que los guíe.

Y ahora resulta que para Juan Sandoval Íñiguez está bastante claro que Maciel, el cura salido de Cotija, Michoacán, era “un desequilibrado mental, un loco, para decirlo en otras palabras», alguien con conductas «criminales» y que hizo cosas que «nadie aprueba». Como el resto, Sandoval prefiere hacer leña del árbol caído. Porque, ¿quién va a meter las manos ahora para defender a Marcial? ¿Quién saldrá ahora, como hace poco más de diez años, para decir que todo es una “calumnia de los enemigos de la Iglesia”? ¿Quién va a meter las manos al fuego ahora, si es mejor y más cómodo —y redituable— lavárselas?

Y ahora resulta que Sandoval Íñiguez, repentina y convenientemente memorioso, de pronto se acordó que a mediados de los cincuenta, “ya estaba Maciel en Roma y recuerdo que le quitaron la dirección de la fundación [los Legionarios] y lo acusaron de pedofilia. Duró un año o dos la investigación, no estoy seguro, y luego lo volvieron a reponer. De manera que las acusaciones de pedofilia son de aquel tiempo, son antiguas”. No alcanzo a entender: ¿por antiguas ya no son válidas? ¿Por qué, si sabía que existían antecedentes, no alzó la voz en su momento? ¿No se supone que su labor es denunciar lo que está mal y señalar lo que contraviene los mandatos divinos?

Y ahora resulta que el cardenal se va de boca otra vez. Y, en su intento por explicar lo inexplicable, nos encharca a todos: viene a proclamar que Marcial Maciel fue como fue e hizo lo que hizo nomás porque es mexicano. “Hernán Cortés, dice Bernal Díaz del Castillo, era refranero como monje y prodigioso y mujeriego como pagano, era un cristiano no cristiano. Desde allá vienen las cosas […] eran simulaciones. Eso es lo que ha sido el mexicano, eso es lo que hay en el fondo de esta conducta tal vez. No la justifico ni nada, pero hay que pensarla”. Suena a las explicaciones que emitió la Conferencia del Episcopado Mexicano para justificar la pederastia y que era una cosa como “somos pederastas porque el mundo nos ha hecho así”. Otra pregunta, don Juan: ¿entonces todos los mexicanos estamos condenados a ser Marcial Maciel y llevar una doble vida? Usted nació en Yahualica, Jalisco, México. Entonces, ¿también es “medio mañoso, medio doble”, como dijo que somos los mexicanos?

Y ahora resulta que Juan Pablo II, ahora señalado como el máximo encubridor de Maciel, no sabía nada. Y una vez más nos ilumina don Juan: “El Papa no era un adivino, no sabía las conductas de todos los que estaban por debajo de él”. Lo dice aun cuando para nadie son un secreto las generosas aportaciones de los Legionarios —conocidos también como los Millonarios de Cristo— al Vaticano. Aportaciones que, especulo nada más, bien podrían valer la protección suprema. Pero claro: ahora se trata de salvar lo más que se pueda: no vamos a interrumpir el camino de Karol Wojtyla a los altares sólo porque Maciel se despeñó a los infiernos.

Leo y vuelvo a leer las declaraciones y no puedo dejar de expresar, como hace dos años hizo Emilio González antes de mentárnosla: qué desmadre, don Juan.

3 comentarios en “Qué desmadre, don Juan

    1. Ese era, precisamente, el primer título que llevaba el texto. Pero decidí cambiarlo al final.

      Saludos.

      TV.

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