El ejemplo de Vergara

Vista aérea del Estadio Omnilife, nuevo corral de las Chivas

Con esa candidez que lo caracteriza, Emilio González Márquez subió ayer a su cuenta Twitter (@emilioglezm, para el que guste) el siguiente mensaje: “A pesar de las dificultades el estadio de las chivas (sic) es una realidad. Felicidades a Jorge Vergara. Nos pone la muestra de hacer en grande (sic)”. Esto, porque anoche fue el primer tiempo de la inauguración del estadio Omnilife —conocido también como Vergaralandia— y porque hoy vendrá la segunda parte, con la respectiva despedida apoteósica del Chicharito Hernández.

La construcción y ahora apertura del nuevo corral —léase la casa de las Chivas— nos deja también otras enseñanzas del sensei Vergara:

El que agandalla primero, agandalla dos veces. No lo piense dos veces: ofrezca todos sus ahorros y compre un club. Aproveche las necesidades de los socios y cómpreles sus acciones. En cuanto pueda, derrumbe el edificio para luego no tener qué regresar si algo sale mal. Busque cualquier resquicio legal, pero cuídese de que éstos no se vuelvan en su contra después: le pueden traer dolores de cabeza con asociaciones civiles resentidas.

Prometer no empobrece. Esta máxima les ha funcionado de maravilla a los políticos —como aquél que, recién electo alcalde de Guadalajara, prometió que no renunciaría para buscar la gubernatura y fue lo primero que hizo. Con la morralla que le quedó tras comprar las acciones, pague desplegados. Prometa las mejores guasanas, limpiar la camiseta de patrocinadores y traer al mejor entrenador del mundo. Luego, convenza a la gente de que, vaya coincidencia, el mejor entrenador del rumbo lo es también del mundo.

Echar la casa por la ventana. Ya encarrerados, prometa un nuevo estadio. Pero, eso sí, no diga para cuándo. Recuerde que acaba de invertir los ahorros en comprar un club devaluado y necesita recuperar la inversión.

Dar tiempo al tiempo I. Deje que pasen los años y postergue la empresa. No se trata de soltarse construyendo así como así. Vaya metiendo patrocinadores a la playera, que a la gente ya se le olvidó la limpia inicial. Al cabo que de todos modos compran los souvenirs. Cuando lo critiquen, finja demencia. Repita la operación hasta que lo tachen de mentiroso o, de plano, ya no le quede de otra.

Primero disparar, luego viriguar. Comience a construir el estadio. Presente renders y demás parafernalia para que se vea que todo va a estar no bonito, sino chingón. Otra vez busque todos los resquicios posibles para saltarse permisos. Ahorre: va a necesitar dinero para licencias provisionales o eventuales multas. Usted construya. Después, si tiene tiempo, revise los reglamentos.

Dar tiempo al tiempo II. Cuando lo quieran obligar a construir un nodo vial, finja demencia. Comprometa las cosas: contrate un equipo del primer mundo y programe una inauguración gigantesca. De ser preciso, invite al presidente del país, al gobernador, a quien se deje. Haga ese evento impostergable. Así ocurrirán dos cosas: pasarán por alto la omisión de permisos y requisitos o le darán una licencia provisional “sólo para la inauguración”. O mejor aún: las dos cosas. En una de esas, hasta Vialidad se pone de modo y decide, luego de hacerse del rogar, echarle una mano en el día V.

Decir siempre gracias. Está mal visto ser un malagradecido. Entregue un cheque por 40 millones de pesos para que se vea que coopera con el ayuntamiento. Eso es más barato que el nodo vial, lo hace ver bien y da pie para salir en los periódicos.

Sonría. Es su día. El gobernador lo felicita por Twitter, su mejor venta anotó gol en su presentación, el estadio está listo y ni quien se acuerde de lo que ha pasado en siete años. Del nodo vial —y todo lo que falta como accesos y transporte— que se encarguen otros.

Un comentario en “El ejemplo de Vergara

  1. QUE FEO QUEDO ESTE ESTADIO ME IMAGINO QUE QUIEN LO DISEÑO ALGO SE METE……………………..PARA MUESTRA DE UN BUEN ESTADIO DE PRIMER MUNDO ES EL SANTOS LAGUNA ESE SI ES UN MAGNIFICO ESTADIO

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